Cuando todo era normal...
Durante la
emergencia sanitaria a nivel mundial por
la presencia de covid 19, la ansiedad y agobio de no saber a qué nos estamos
enfrentando y que pasara cuando inesperadamente nos tocó asumir una posición de
cambio
en nuestros planes, rutinas, proyectos
y estilo de vida.
Cuando no
entendemos porque una extraña enfermedad y un
enemigo oculto que veíamos procedente de un lugar muy lejano al nuestro nos
obliga a tener un gran cambio en el
estilo de vida de una forma inesperada con gran impacto que tocaría nuestra rutina diaria en el rol
laboral, estudiantil, familiar, deportivo y social a la que todos veíamos de
forma natural y de costumbre que nos permitía mantenernos ocupados, disponer de
tiempo, hacer planes y proyectarnos para cumplir nuestras metas. De un momento a otro nos tocó entender que somos
seres frágiles, que estamos expuestos a cualquier circunstancia
donde el temor y lo que no imaginábamos vivir nos tocaría sin importar la edad,
genero, cultura, educación y nivel
social ya que esto no se escapa de la
situación y no privilegia a nadie, no hace diferencia frente a la salud de todos viéndose comprometida aunque pensáramos que la teníamos
bajo control y que enfermarse por covid
19 estaba lejos de nosotros.
Era normal
lavarse las manos cuando sentíamos la necesidad o nos acordábamos sin
protocolos y tiempos estipulados, un tapabocas era incomodo, solo se necesitaba
cuando un resfriado nos obligaba y lo mejor era no usarlo porque nos presionaba
en las orejas y nos asfixiaba, con la excusad de que eso
solo lo necesitaba el personal de la salud, saludarnos manteniendo la distancia
era solo en otras culturas, permanecer mucho tiempo en casa era lo esperado un
fin de semana o vacaciones pero con la
posibilidad de salir cuando sin que
nadie nos lo impidiera y sin rendir cuentas a la autoridad, ver o escuchar una
noticia era opcional, que pereza era saturarnos de eso donde solo predominaba
los sucesos negativos.
Celebrar un
acto social, cumpleaños o distracción estaba a nuestro alcance dándonos la satisfacción
de reunirnos con las personas que apreciamos y compartir afecto, manifestado en
un abrazo, beso y lo más común y formal…. Un apretón de manos sin ni siquiera
pensar o contemplar una desinfección de manos. Cuando disfrutábamos salir agarrados de manos,
pasear con nuestra mascota, de repente estos gestos nos asustan, lo percibimos como algo que hay que pensarlo
para expresarlo, pensamos que valor tan
grande estas expresiones cuando nada nos impedían manifestarla.
Nos tocó
entender la importancia y necesidad de un correcto lavado de manos de forma
adecuada cada determinado tiempo, y aun así reforzar nuestra desafección con
otros productos que llevaremos a todos lados;
que no todo se toca, y que para
saludar no hay que tener contacto ya que de esto depende nuestra salud y el
cuidado de los que queremos y nos rodean, que lo que veíamos como un elemento
de personal de la salud como un tapabocas no haría parte y necesidad de nuestra rutina, que un simple
estornudo nos asustaría y ni pensarlo de hacerlo frente a los demás.
Que
privilegio salir a dar un paseo, comprar nuestros alimento o hacer
deporte sin acogernos a normas y decretos tan estrictos que cambian nuestros planes y nos obliga a
mantenernos aislados de un mundo al que hemos construido con tanta libertad. Alimentarnos es algo que ya nos cuestiona cuando debemos
pensar si es necesario salir por lo que se nos antoja o aprovechar lo que
tenemos en casa. Hemos aprendido a recorrer nuestra casa sin prisas y
detallarla cada vez más, a corregir o que en ella pensábamos que no era
necesario, cuanto espacio o nos sobra o cuanto nos falta para que nos
acomodemos todos, esas expresiones cada vez más común nos enseñaron que estamos en un mundo donde
lo que no creemos un día llega y toma su
lugar y nos permite reconocer nuestros afanes que nos llevan a caminar sin
muchas veces mirar y valorar cuan privilegiados somos y que ha sido grato tener
tantas comodidades desde la que creíamos pequeñas hasta las más enormes.
Aunque pasara
un tiempo sin que sepamos con certeza cuando, todo lo volveremos a disfrutar y
valorar desde lo más simple como poder abrir nuestros ojos y respirar, alimentarnos
las veces que podamos, despertar con nuestros hijos, esposos/a hasta poder salir sin restricciones y miedos
que nos embarguen, compartir las celebraciones mas esperadas como un cumpleaños
o evento social.
Algún día
volveremos a expresar nuestras emociones con un fuerte abrazo, los besos no alcanzaran,
los apretones de manos serán más fuertes, pasear con nuestra mascota no tendrá límites
de tiempo y hora de la volver a casa más
anhelada, porque aquí entendimos que somos frágiles y afortunados de todo los
que nos rodea y de que todas las vidas son importantes y muy valiosas.
“Algún día en el mundo todo volverá a ser normal “
Comentarios
Publicar un comentario